La gastronomía alemana

Llevo 23 a. en Alemania y he hecho aquí una formación de cocinera. He tenido contacto con muchas y variadas tendencias. Desde la cocina tradicional pasando por los platos exóticos o la comida moderna y funcional, que incluye el fast food, y la gastronomía más refinada y vanguardista. Vivimos en un mundo que iguala bastante lo que antes llamábamos idiosincracia.

Si vas por la calle puedes ver en una ciudad alemana las mismas cadenas representadas que te encontrarás en Nueva York, Madrid o París. Con lo que eso conlleva. Para bien (?) y para mal.
Creo que del último decenio lo que más me llama la atención es el aumento del interés por la comida vegetariana y vegana. En ese terreno, la investigación y la profusión de alimentos es despampanante. El verano pasado estuve en un supermercado ecológico en Mallorca y comprobé que el 40% de productos venían de Alemania.
Yo vivo en el sur. Es una zona conocida por la buena comida y por la cantidad de restaurantes debido a la demanda ocasionada por el turismo. Se come carne, menos pescado (aunque más de lo que se piensa en Espana) legumbres (lentejas), pasta local (quizá le suene a alguien los Spätzle) pero también se consume la verdura.

Es posible que la diferencia entre norte y sur sea notable. En el lugar donde vivo se goza de un microclima que permite cultivar bastantes tipos de verdura que dificilmente se produzcan en Hamburgo, por poner un ejemplo.
Por deformación profesional y también por curiosidad estoy un poco al tanto de las corrientes gastronómicas en Espana. De eso aquí se ve algo. Durante una época le dio a mucha gente por intentar en casa la cocina molecular de bolsillo. Sin embargo, en muchos casos la cocina espanola se sigue asociando mucho con la paella y las tapas tradicionales.

Aquí la comida al mediodía no es tan importante. Se come cualquier cosa. A menudo se ve la gente de las oficinas irse a buscar una Bretzel a la panadería en la pausa de media hora, que a veces comerán incluso mientras trabajan. En cambio la cena representa el final de la jornada laboral, el descanso y la posibilidad de estar reunido con los familiares, amigos, hijos o companeros de piso. Me he acostumbrado tanto a eso que me cuesta cuando estoy en Espana comer dos veces al día.